lunes, 19 de abril de 2010

Experiencias en Granada: limpieza

Como persona pseudo-emancipada alejada de las apañadas manos de mi "mami" me he tenido que enfrentar a la ardua tarea de limpiar mi piso. Sin embargo en lo que llevo de curso no ha sido una actividad muy frecuente. Las pelusas que crecían a ritmos alarmantes debajo de mi cama casi podían pagar una parte de la mensualidad del alquiler. Las bolsas de basura se acumulaban hasta tal punto que los viernes que nos vamos a Baza (ya que tras decir "ahora en un rato que voy a comprar el pan me bajo un par de bolsas" nunca cumplimos con nuestra palabra) llevamos más peso en basura que en maletas al bajar al contenedor. Manchurrones negros aparecían en el suelo de la cocina. Sospechosos pelos rizados inundaban el bidé (el Alex os puede asegurar que pertenecían al Jipjopero, o por lo menos es en el que recaen las culpas). El fregadero rebosaba platos sucios.

Aunque ya llegábamos a un punto en el que nuestra conciencia nos instaba a agarrar la escoba y la fregona para hacerle frente a la mierda. Quizá uno de los motivos por el que limpiábamos poco (ahora somos más aficionados al noble trabajo del "desmierdamiento") es porque algunas veces venía la madre del Alex, y como se aburre (palabras textuales) y dejaba todo pulcro. Si hasta un día pasé miedo porque al llegar de clase comprobé que mi cama estaba hecha. ("¡Esta noche no duermo a cuerpo triste!"). Los días que hacemos miércoles de la cerveza o botellón en el piso requieren que no nos demoremos más de un día en fregar si no corremos el riesgo de quedarnos pegados en el suelo. En cuanto a los platos yo quería implantar la regla de cosa que ensucias cosa que limpias, pero al final es plato que necesitas plato que limpias. Y luego están los cuartos. Cuando he ido a piso ajeno y me han enseñado sus dormitorios siempre me dicen "Está un poco desordenado" como si sus palabras disimularan lo evidente. Aunque el mío no es una excepción. Y es que el desorden es orden. Tú sabes que hay un zapato en la esquina noroeste de la habitación y otro debajo de tu cama y siempre los vas a encontrar. Sin embargo a todas las madres les da por coger las cosas de sus hijos y ponerlas en otro lado y cuando vas a echar mano te tiras un rataco para encontrarlos cuando en verdad están colocados bien a la vista junto a la mesita de noche.

1 comentario:

NURIA dijo...

ME ESTAS HACIENDO REIR DE LO LINDO,,, ES CIERTO JE JE JE ,,,