Una de las cosas que más he notado este año ha sido la libertad de vivir sin padres. Sin sentirme un parásito por gastar más de 200€ al mes, a cuenta de mis papis, puedo decir que la libertad es algo bastante satisfactorio.
A la hora de salir no tienes que escuchar la típica verborrea de "no bebas mucho", "no vuelvas tarde", y por supuesto incumples ambas advertencias; al volver no tienes que preocuparte de hacer ruido, total, tus compañeros de piso también están de fiesta. Le dije una noche al Secretario, cuando aún vivía en mi piso, de coña: "Luis, ¿me dejas irme de jarras con los tijoleños?"
Pero donde más noto la diferencia es a la hora de ir a clase. A riesgo de que lean esto mis padres, y con tal de entretener a mis lectores, diré que me he quedado sobando en mi piso bastantes veces, sobre todo los jueves. Este año estoy haciendo mi 2º ciclo, y me han convalidado varias asignaturas por lo que el total de 30 horas semanales se ha reducido a 20. Sin embargo eso no ha supuesto un grave deterioro en mis calificaciones, que aún así son más bajas que en el de informática. Mantener el equilibrio entre fuganzas y nota aceptable era mi misión en este curso. Y, que pollas, yo oigo a muchos colegas universitarios decir que van poco a clase y luego sacar varias asignaturas, y en mi caso estamos hablando de un ciclo, cosa que, palabras textuales de mi profesor, el padre del Pinteño: "si suspendéis es que sois tontos".
Me atrevo a decir que me merezco tener ahora esta vidorra, tras mis épocas de crisis estudiantiles; y ya me lo decía el Edu: "ahora empiezan tus 2 años sabáticos", que se van a convertir en 4 porque estoy haciendo otro ciclo. Y otras personas con más aspiraciones que estudien mucho ahora ya cobrarán luego el triple que yo y trabajarán la mitad, pero yo, como dice Gai-sensei, disfruto de mi juventud.
sábado, 15 de mayo de 2010
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